lunes, 16 de enero de 2012

Químic@s

Además la prueba de que la química del cerebro incita las conductas, podemos encontrarlas en las sustancias, en las intoxicaciones. Alguna vez hemos atravesado ese cambio de estado: sea por ingesta de alcohol, cigarrillos, cannabis, medicamentos prescriptos y los no, inhalaciones involuntarias y las voluntarias, drogas pesadas, etc. Lo que se cree que puede hacerse: las alteraciones de la percepción, la fluctuación del estado de ánimo, del derrumbe de las barreras morales-de la represión o concientales racionales. Y sobre todo el “después” de la entrada de los químicos, ese período posterior donde queda la síntesis conciencia-alteración-conciencia ampliada, devenir Blake-Huxley-Leary. Pero también las relaciones amorosas generan esos estados de cambio, de potencia, de intoxicación. No es la explicación de lo que sentimos al estar enamorados por que sería una explicación fácil y mecanicista. Sino lo que se quiere demostrar es que no sólo la entrada de sustancias genera cambios químicos y cambios conductuales, relación de humano a humano también lo hace. Y volvemos al punto inicial dependiendo de cada quién va a tener lo que le es adecuado: no todos toleran el alcohol, los cigarrillos, o la marihuana, o la cocaína, medicamentos; además para cada sustancia hay aún más especificidad: la variedad de bebidas alcohólicas, las diferentes marcas y formas de tabaco (por marca, tipo de tabaco, nicotina, o los armados), la marihuana casera, tipo mercantilizada llena de sustancias pesadas, etc. Y lo mismo para las relaciones, las formas de pareja, el gusto, la historia, las relaciones que se dan o se dieron. Y todo esto son solo segmentos de algunas causas por las cuales puede haber modificaciones de la conducta. Esta teoría apunta a ello pero también busca las imbricaciones de lo político en el sentido de las imbricaciones del poder, la guía para la conducta de los ciudadanos.